
El mar, llega,
moja las huellas en la arena,
una ola borra las pisadas,
la brisa se lleva el perfume
que resiste a esparcirse en el aire.
El crepúsculo
en un intenso bermellón,
se hace cómplice
atrapando tu figura.
Tus brazos
imantados de amor
atraen la pasión de los míos.
En el frenético juego
de la brisa y el agua,
nuestros cuerpos
se encaminan…
a la serenidad
de una noche apasionada.